Esperamos que este no sea uno de esos intentos vacuos, aunque quizás si superfluos, de enrolar nuevos ideales y consumirlos frente al pelotón hipócrita que grita sin cesar: "¡blasfemia!"
Soy algo hoy, que se renueva mañana; pero no soy yo quien me renuevo, no es sino Dios quién hace que se me refresque el vientre, que desahogue mis ideas en el mar de la fe, y caigan de mi atavíos viejos, aunque apenas se me esté empezando a desmenuzar el cuerpo. Así hoy puedo opinar aquello, pero mañana completamente lo contrario: no se trata de ser inestable, es permitir renovarse. Así que si bien hoy puedo pensar de esta forma, mañana de aquella otra. Hoy podré apoyar esto, mañana aquello otro. Y dado a esa naturaleza cambiante, le he pedido a Dios que no me permita alejarme de Él, que siendo yo tan moldeable, sea Él quien con plena unicidad meta mano en este poco de barro. Y mientras tanto vomito lo que siento, aunque sea en este medio, porque sé que en la vida real me dictarán, y quién sabe, quizás lo más cercano sea que de hereje…